Pensar rápido y Pensar despacio



Nuestro cerebro está plagado de trampas cognitivas y de respuestas pre-programadas que se interponen entre nosotros y nuestras decisiones.

En 1974, los psicólogos experimentales Amos Tversky y Daniel Kahneman publicaron en la revista Science, cómo opera nuestra mente y los engaños en los que caemos. Gracias a este trabajo llegaron a la conclusión que todos tenemos dos formas de pensar, dos sistemas operativos: el sistema reactivo y el sistema consciente, esta visión derivó en lo que hoy denominamos “economía del comportamiento” y le valió a Kahneman el premio nobel de economía.

El SISTEMA 1 o REACTIVO, está relacionado con el pensamiento rápido, es automático y esclavo de las emociones. En él se conforman los juicios y las ideas preestablecidas. Este sistema se activa en el área límbica de nuestro cerebro, donde residen nuestras emociones y está preparado para creer, no para dudar y tiene tanto miedo de la incertidumbre y del azar que a menudo salta rápidamente a conclusiones precipitadas, basadas en ideas preconcebidas o en generalizaciones procedentes de nuestra historia o experiencia previa. Este hecho psicológico ayuda a entender por qué el fanatismo y la seguridad dogmática a menudo se sustentan en la ignorancia, o en evidencias claramente insuficientes.

Un claro ejemplo del sistema reactivo es el Efecto Halo; que ocurre cuando tendemos a atribuir características excesivamente positivas o negativas a una persona basándonos en pistas parciales pero emocionalmente atractivas, lo cual ayuda a explicar por qué el público ama irracionalmente a las estrellas de cine o los jugadores de fútbol.

El SISTEMA 2 o CONSCIENTE, está relacionado con el pensamiento lento, posterga las gratificaciones del sistema emocional,  ya que necesita tiempo para elaborar una conclusión. Se activa en la corteza prefrontal, donde residen las facultades cognitivas superiores que nos diferencian de los demás mamíferos. Y si bien requiere un gran esfuerzo cognitivo, nos permite resolver los problemas difíciles o complejos, que requieren diversos enfoques y perspectivas. Entra en acción cuando el sistema 1 está atascado o cuando se activa en nosotros una alerta que nos despierta del modo automático. 

Todos tenemos en funcionamiento estos dos sistemas, pero lo más curioso es que en la vida cotidiana el sistema 2 o Consciente está normalmente en un segundo plano. Como reconoce Kahneman en su libro "Pensar rápido, pensar despacio", nuestro cerebro es perezoso por pura supervivencia ya que a a pesar de que suponga menos del 5% de su masa corporal, consume en torno al 20% de la glucosa y del oxígeno de nuestro cuerpo. Por ello para evitar un consumo excesivo activamos el modo automático, es decir, el sistema 1 o Reactivo, que si bien es necesario para desenvolvernos en el mundo, en ocasiones nos lleva a tomar decisiones erradas. En otras palabras, respondemos y actuamos según lo primero que se nos viene a la cabeza, sin elaborarlo demasiado.
Somos irracionales y tomamos decisiones en pocos segundos, lo que, muchas veces, nos conduce a errores.” Daniel Kahneman
Este hacer sin pensar nos lleva a poner etiquetas a las personas que vemos o acabamos de conocer, nos hace guiarnos por la opinión de la manada, por la moda en el vestir, por compras compulsivas y por tantos otros sesgos inconscientes que evitan que tomemos decisiones más reflexivas e inteligentes.

Pero no está todo perdido. Tenemos la capacidad de evitar el sistema reactivo, teniendo presente cómo opera nuestro cerebro y para evitar caer en trampas cognitivas, tenemos que focalizar nuestra atención y volvernos más racionales y reflexivos antes de tomar una decisión importante, de esta forma despertamos al sistema 2, el sistema consciente, tomando decisiones más acertadas, pensando con lógica, en lugar de dejarnos llevar por nuestras emociones.