En occidente, muchos pensadores desde la antigüedad, han relegado las emociones a un segundo plano, haciendo primar la lógica y la razón a la hora tomar nuestras decisiones, pero hoy, gracias a los avances de la neurociencia, sabemos que las emociones rigen nuestro accionar, determinan en última instancia nuestras decisiones y además poseen una función social, ya que nos permiten comunicarnos y comprender a los demás.
Las emociones son sistemas inteligentes de respuesta de nuestro cerebro que nos permiten reaccionar de forma apropiada y rápida a los acontecimientos de nuestro entorno. Nos permiten actuar sin tener que pensar.
En esencia, toda emoción constituye un impulso que nos moviliza a la acción. Cada uno de nosotros viene equipado con unos programas de reacción automática, sin embargo, nuestras experiencias vitales y el medio en el cual nos haya tocado vivir irán moldeando con los años ese equipaje genético para definir nuestras respuestas y manifestaciones ante los estímulos emocionales del entorno.
TEORÍA DE LOS TES CEREBROS
No piensa ni siente emociones, sólo actúa cuando nuestro cuerpo se lo pide, controlando las necesidades básicas del organismo: control hormonal y de la temperatura, hambre, sed, reproducción, respiración, etc.
Entre las funciones y las motivaciones del límbico están el miedo, la rabia, el amor maternal, las relaciones sociales, los celos, etc.
Nos permite aprender, modelando las repuestas automáticas, memorizando nuevas respuestas para utilizarlas en situaciones futuras y semejantes.
El pensamiento, la reflexión sobre los sentimientos, la comprensión de símbolos, el arte, la cultura y la civilización, encuentran su origen en este esponjoso e interconectado reducto de tejidos neuronales. Nos permite tener conciencia y controla las emociones, nos ofrece la posibilidad de planificar a largo plazo y desarrollar otras estrategias mentales afines, a la vez que desarrolla las capacidades cognitivas: memoria, concentración, análisis, autoreflexión, resolución de problemas, habilidad de escoger el comportamiento adecuado, así como, el pensamiento abstracto, la creatividad y el lenguaje.
Es la parte consciente de la persona, tanto a nivel fisiológico como emocional. Es frío y calculador y controla los impulsos y emociones.
¿Cómo funciona éste complejo sistema?
La información recogida de los estímulos sensoriales, se transmite al tálamo y puede seguir dos caminos:Uno largo, pasando por las regiones del neocórtex, encargadas de procesar las impresiones sensoriales y organizarlas, interpretándolas para reconocer lo que es cada objeto y lo que significan y desde allí las señales se envían al sistema límbico el que irradia las respuestas apropiadas al resto del cuerpo. Este lento sistema, tarda en responder al estímulo unos 375 mseg.
Pero además existe un camino corto, descubierto por LeDoux, que se produce ante una situación percibida subjetivamente como peligrosa, que elude el neocórtex y comunica directamente el tálamo con la amígdala, acelerando el tiempo de respuesta a 125 mseg. pero con tan sólo el 5% de la información.
Hemos caído en la trampa de creer que nuestra racionalidad prima sobre nuestras emociones y que a ella podemos atribuirle la causa de todos nuestros actos. Pero, a diferencia de lo que pensamos, son muchos los asuntos emocionales que siguen regidos por el sistema límbico y nuestro cerebro toma decisiones continuamente sin siquiera consultarlas con los lóbulos frontales y demás zonas analíticas de nuestro cerebro pensante. Recuerde, simplemente, la última vez en que perdió el control y explotó ante alguien, diciendo cosas que jamás diría.
Los tres cerebros están superpuestos e interconectados entre sí, y de ellos emanan los tres principales impulsos humanos: físico, emocional y lógico.
Cuando el estrés, la ansiedad o la depresión se apoderan de nosotros, la amígdala se activa, pero no funciona con normalidad y esta alteración provoca que el cerebro no procese adecuadamente la información sensorial que le llega a través de los sentidos, ofreciendo respuestas inmediatas que no tienen en cuenta la situación en toda su complejidad. Es entonces, cuando la persona reacciona con impulsividad y se bloquean las funciones del neocórtex, es decir, los sistemas ejecutivos y de autocontrol emocional.
Si bien ésta respuesta inmediata podría ser determinante para la supervivencia de nuestros ancestros en situaciones en las que unas milésimas de segundos significaban la diferencia entre vida o muerte, en el sofisticado mundo actual, puede resultar desproporcionado y hasta catastrófico, influyendo negativamente en nuestro respuestas, en nuestra interacción social y en consecuencia, en nuestra salud y rendimiento.
"No podemos controlar las emociones... pero podemos elegir como responder a ellas".
Gary Zukav